La creciente exposición a la tecnología y la omnipresencia de microplásticos en el ambiente están configurando un nuevo panorama de enfermedades. Desde las tecnopatías ligadas al uso excesivo de dispositivos, entre las que se cuentan las ciberadicciones, hasta la presencia de partículas diminutas de plástico en el cuerpo humano, hacen que estas y las futuras generaciones enfrenten desafíos de salud sin precedentes, según académicos, debido a estas enfermedades características de la vida actual.

Las tecnopatías, un espectro de dolencias físicas y mentales ligadas al uso excesivo de la tecnología y la milimétrica amenaza de los microplásticos por su presencia en el organismo de humanos y animales, plantean interrogantes sobre las consecuencias a largo plazo para la salud y la esperanza de vida debido a la exposición de estas nuevas formas de estrés biológico y digital, y sus impactos aún inciertos en el bienestar de la población y la esperanza de vida.
Con respecto a los efectos en la salud de las tecnopatías, “diversos estudios han identificado efectos en niños y adultos por la sobreexposición a pantallas, por ejemplo de celulares, de computadores y de televisores, tales como alteraciones del sueño y cambios en los ritmos circadianos o el ciclo natural del cuerpo; reducción en la concentración y la atención; incremento de las enfermedades de salud mental; afectaciones visuales; problemas musculoesqueléticos como el síndrome del ‘cuello de texto’; sedentarismo y obesidad; mayor riesgo de enfermedades crónicas e impactos en el desarrollo social y emocional de los niños pequeños y del crecimiento en adolescentes”, detalla María Fernanda Lara Díaz, doctora en Ciencia Cognitiva y Lenguaje y profesora asociada al Departamento de Comunicación Humana de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia Sede Bogotá.
Las enfermedades 3.0, tecnopatías o tecnoenfermedades hacen referencia a trastornos mentales, físicos y sociales relacionados con el uso excesivo de dispositivos tecnológicos como celulares, audífonos, videojuegos, entre otros.
En general, ese abuso y pérdida del control llevan a una disfunción, es decir, a una afectación de la cotidianidad o de la forma en que funciona el día a día de una persona, explica el médico psiquiatra, magíster en Epidemiología y doctor en Medicina Clínica, Juan Pablo Zapata Ospina.
“En términos médicos, se ha hablado de tecnopatías como un término amplio o sombrilla, propuesto como un constructo para ayudar a las personas que tienen estos comportamientos que, en efecto, no habíamos identificado antes debido a que no se presentaba esta problemática. De acuerdo al tipo de tecnología y el uso que se le dé, se pueden identificar. No es que sean varias enfermedades, sino que la misma dependencia se manifiesta de distintas formas (...). La dependencia está relacionada con algo que produce placer, por eso engancha. Ante la posibilidad de perder ese placer se desarrollan también miedos, ansiedades, hasta pensamientos suicidas”, señala Zapata Ospina, profesor del Instituto de Investigaciones Médicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia.
Entre las tecnopatías más conocidas están las ciberadicciones o tecnoadicciones debido al uso patológico de Internet y la tecnología. La apnea de WhatsApp o síndrome del doble check es la revisión compulsiva de esta aplicación. El síndrome de Google, cibercondría o hipocondría digital es la consulta exagerada de síntomas y autodiagnóstico de enfermedades por Internet. El mal del iPod es el uso prolongado de audífonos y a niveles de volumen excesivos. El síndrome de la llamada o la vibración fantasma está asociado a la ilusión frecuente de que el celular está vibrando. La nomofobia (no mobile phobia) es el miedo a la pérdida del celular, quedarse sin batería o sin Internet. El síndrome FOMO (fear of missing out) es el temor a perderse lo que está ocurriendo en las redes sociales. El text neck o síndrome del cuello de texto es la mala postura producto de agachar la cabeza para leer o escribir por periodos largos de tiempo. El narcisismo digital es la búsqueda excesiva de likes, comentarios y seguidores.
¿Generaciones miopes, más bajas y menos saludables?
Son muchas las esferas de la vida y la salud que pueden verse perjudicadas por las tecnopatías, especialmente en niños y adolescentes. Sin embargo, hay unas afectaciones que llaman la atención, como el aumento de la miopía en la población mundial debido al uso de pantallas, considerado un problema de salud pública debido a que esta enfermedad también es genética; es decir, tiene un componente hereditario importante.
De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que para el 2050 la mitad de la población del mundo va a tener miopía, es decir, la mitad de la generación que aún no ha nacido será miope. En países asiáticos, la prevalencia de miopía en bachilleres es cercana al 80%; en Singapur, por ejemplo, ya se considera maltrato infantil que un niño use o tenga contacto con un celular. Para el caso de Colombia, la prevalencia de miopía en adolescentes de 15 años está entre el 15% y el 16%, explica Martha Lía Gaviria Bravo, oftalmóloga pediátrica del Hospital San Vicente Fundación, la Clínica Clofan y la Clínica Santa Lucía.
“Es una enfermedad para toda la vida y significa que quienes la tienen deben usar gafas o hacerse cirugía refractiva. A veces es un problema más grave por las implicaciones económicas que tiene, debido a que muchos de quienes la padecen tienen riesgo de quedar con baja visión o ciegos. Otra alteración oftalmológica de la que ya hay evidencia científica es el estrabismo agudo, sobre todo en adolescentes que pasan en línea más de 12 horas diarias por períodos de 3 a 4 meses, tienen riesgo de que se desvíen los ojos en forma convergente, o sea, hacia dentro”, complementa Martha Gaviria, estrabóloga.
Otras de las afectaciones en las que se ha puesto la lupa son las del sueño y la salud mental. “Esto está deteriorando el sueño de los adolescentes que es clave para el crecimiento, seguramente vamos a ver adultos con menor estatura y menos saludables debido a los hábitos y demás factores ocasionados por las pantallas. Hay otro efecto que son los periodos más cortos de atención, personas que antes leían un libro ya no son capaces de concentrarse, incluso hay adultos que no son capaces de soltar el teléfono.
La exposición a pantallas está generando ansiedad, depresión y trastornos en el desarrollo en niños y en adolescentes. Incluso, la acción repetitiva del dedo gordo para hacer scroll puede causar una tendinitis”, agrega María Fernanda Lara Díaz, magíster en Perturbaciones del Lenguaje y la Audición y coordinadora del Laboratorio de Neurociencia Cognitiva y Comunicación de la UNAL.
Contaminación “hasta por los poros”
De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), aunque el impacto de los microplásticos en la salud humana aún no está completamente comprendido y estudiado, existe una preocupación por los posibles efectos respiratorios, endocrinos y cardiovasculares por su presencia en el organismo, sumando a las evidencias que confirman alta presencia en la cadena alimenticia, el aire, el agua dulce, el agua potable y otros elementos que se usan en la vida cotidiana.
“Hay muchas posibilidades de que los microplásticos ingresen por cualquier medio al organismo, son pequeñas partes de materiales plásticos o polímeros de dimensiones muy pequeñas, tal vez menores al grueso de un cabello, y por ser tan pequeñas se pueden introducir fácilmente; por ejemplo, al respirar porque en el aire hay partículas de contaminantes de distintos tipos, incluidos los plásticos, también en el agua y la leche que bebemos; incluso se pueden hasta introducir por los poros. Además, muchos de los alimentos que consumimos vienen empacados en plástico”, explica Elisabeth Restrepo Parra, doctora en Ingeniería y profesora del Departamento de Física y Química de la Universidad Nacional de Colombia Sede Manizales, quien hace parte de una investigación pionera en América Latina realizada por la UNAL, la Universidad de Caldas y del S.E.S. Hospital Universitario de Caldas que confirmó la presencia de microplásticos en la placenta humana.
Y aunque las investigaciones son recientes y falta mucho por estudiar sobre la presencia de este nanocontaminante en el cuerpo, hay evidencia de que puede tener efectos deletéreos para la salud.
“En 2024 se publicó un artículo donde se exploraron las arterias de pacientes que habían sido llevados a procedimientos quirúrgicos, quienes tenían más cantidad de microplásticos en las arterías tendrían una probabilidad mayor de sufrir un evento cardiovascular. Empezamos a tener evidencia de cómo estos microplásticos pueden llevarnos a más infartos, accidentes cerebrovasculares y enfermedades arteriales, eso es grave porque las enfermedades cardiovasculares son las que más matan personas en el mundo”, comenta Alejandro Gómez Arango, médico internista, magíster en Salud Digital e investigador de tecnología y salud.
¿Cómo enfrentar las nuevas patologías?
Con respecto al uso excesivo de pantallas, “bajo ningún concepto o circunstancia un menor de dos años debería tener exposición a estas. En niños hasta los 8 años se recomienda no más de una hora (sumando televisión y celular); entre los 8 y los 13 años cerca de dos horas; en adolescentes no deberían superar las cuatro horas (incluidas las del computador para las tareas) y los adultos no deberíamos estar expuestos más de 6 horas, esas son las recomendaciones internacionales de tiempo”, complementa María Fernanda Díaz, profesora de la Facultad de Medicina de la UNAL.
Pese a estas recomendaciones, “la forma principal de prevenir todos estos efectos adversos de la tecnología es disminuyendo el uso de las pantallas y establecer campañas y normas de todas las entidades relacionadas con el cuidado de niños y adolescentes”, señala la oftalmóloga pediátrica Martha Gaviria.
En ese sentido, el médico psiquiatra Juan Pablo Zapata destaca la necesidad de dilatar lo máximo posible el encuentro con la tecnología en los menores, “o hacerlo de una manera controlada, acompañada, supervisada. Uno de los momentos críticos es cuando se introduce en la vida de un individuo la tecnología, deberíamos cuestionarnos si esta podría reemplazarse por un libro u otro elemento, por ejemplo”.
Para el caso de los microplásticos, también un problema de talla mundial, “la manera más fácil, aunque tampoco tan fácil porque estamos rodeados de productos plásticos, es tratar de ser muy naturales, evitar almacenar nuestros alimentos en plástico (usar vidrio o acero inoxidable). También podemos evitar alimentos altamente procesados empacados en plástico, usar ropa hecha de fibras naturales como el algodón y usar filtros para el agua. Aunque son algunas recomendaciones igual es complicado porque están en el aire y en el entorno”.
Sumado a lo anterior, es necesario tener en cuenta que en esta época la tecnología es inherente a la vida cotidiana y además genera ciertos beneficios para la sociedad; sin embargo, es necesario tener una “mirada crítica sobre las consecuencias no deseadas que puede llegar a tener este tipo de tecnología y ‘montar’ los mecanismos de contención necesarios para disminuir esos riesgos”, agrega Alejandro Gómez, docente de la UdeA.
Mientras estas nuevas patologías toman fuerza, la comunidad científica y académica enfatiza en la necesidad de medidas que permitan la regulación de diversos factores que ocasionan las tecnopatías y la generación de más microplásticos, que a su vez contemplen la mitigación del impacto en la salud.
(FIN/JRDP)
21 de abril de 2024