Por lo menos, en la región, la agremiación de trabajadores está en crisis, pero no en vía de desaparecer; más bien se enfrenta a cambios estructurales en su organización. Conozca el panorama sobre este diálogo que formo parte de la programación del encuentro previo a la discusión que posteriormente tuvo lugar en CLACSO.
El sindicalismo está expuesto a un enfrentamiento político de tipo ideológico que lleva a cambiar las agendas, según Andrea Galvao, doctora en Ciencias Sociales y coordinadora de la Red de Estudios Interdisciplinarios y Seguimiento de las Reconfiguraciones Laborales de Remir - Trabalho, de Brasil.
La precarización laboral es generalizada y, en el caso de Brasil, está muy determinada por falsos contratos autónomos, que son una forma de relación laboral encubierta que usa la figura del microempresario individual o persona jurídica para alterar la relación de subordinación y también la relacionada con el salario. A partir de ello, entre 2015 y 2023, en ese país se intensificó la precariedad pese al descenso del desempleo, que había pasado del 11% al 7,8% y en 2024 llegó a un 6,5%, de acuerdo con la académica.
“La precariedad también afecta las ocupaciones formales, porque tenemos contratos de externalización, formas atípicas de contratación con horarios de trabajo flexibles, turnos de jornadas largas, salarios bajos, mucha rotación en el empleo. En ese contexto se produce un escenario en el que falta movilidad social”, llamó la atención.
Para Dari Krein, coordinador de investigaciones del Instituto de Economía de la Unicamp, de Brasil, uno de los desafíos por asumir es enfrentar el discurso del emprendimiento. Esto también lo explica Galvao, quien comentó que con ello se promueve la individualización, lo cual dificulta las acciones, las soluciones colectivas y la lucha por los derechos, que son, para ella, parte de las cosas importantes en las democracias.
La falta de representación en las asociatividades es, también, uno de los motivos del debilitamiento del sindicalismo, tanto en los empleos formales como en los informales, así como la caída de la movilización, pues, por ejemplo, en Brasil, la última con gran convocatoria se dio en 2017, según la investigadora.
El panorama en Colombia
La contratación laboral, la movilización y la sindicalización también son precarias en Colombia, de acuerdo con Sebastián Álvarez, estudiante de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la UNAL Medellín e investigador de la Red Latinoamericana y del Caribe de Trabajo y Trabajadores (Redlatt).
En el país, las organizaciones sindicales están decayendo por múltiples razones: falta de motivación y de representatividad, así como a raíz de la violencia y el conflicto, que ha representado un riesgo para líderes sindicales y sindicalistas, sobre todo, entre 1997 y 2012, época de los más altos registro de asesinatos y desplazamiento forzado de personas miembros de agremiaciones de trabajadores, lo que ha causado “terror a la sindicalidad”, expuso el investigador.
En ese marco del miedo, dijo, se ha dado una escasa participación en movilizaciones por parte de domiciliarios de Rappi, quienes empezaron a hacerlo en 2023, seis años después de la creación de la plataforma que se fundó en 2017, para buscar mejorar las tarifas y condiciones laborales más justas, lo que incluye el reconocimiento de la relación laboral, lo cual lograron, así como el reconocimiento de tres agremiaciones sindicales.
En general, en Colombia es constante la precarización laboral, sobre todo con los contratos por prestación de servicios que no reconocen la relación laboral y no dan garantía a los trabajadores, según Álvarez. No obstante, no hay una lucha visible por sus derechos y eso es un reflejo del bajo nivel de sindicalización, que en el país es solamente del 4%.
Y, sin embargo, hay pasos que se están dando de manera distinta, y el de Rappi es uno de ellos, porque los sindicatos que surgieron son virtuales, mediados por aplicación. “Son innovadores para el contexto actual”, menciona el estudiante de Ciencia Política e investigador.
En ese sentido, así como en Latinoamérica hay desafíos, también hay iniciativas para aplaudir y son consideradas como experiencias innovadoras en los sindicatos. Algunos de estos casos existen en Argentina, como lo expone Cecilia Senen González, investigadora principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) en el Instituto Gino Germani, de la Facultad de Ciencias Sociales, de la Universidad de Buenos Aires.
El Frente Sindical de Acción Climática es uno de los ejemplos destacados por ser un actor innovador que, atento a las demandas actuales, ha logrado que denominaciones nuevas como la del trabajador ambiental haya influido en la creación de la Secretaría de Ambiente en la Confederación General del Trabajo, una de las dos centrales sindicalistas más importantes de Argentina.
Senen González considera que la participación sindical y las diferencias sectoriales son puntos relevantes en relación con los temas de cambio climático y medioambiente, “porque no es lo mismo ser del sector de petróleo o del energético, que ser docente o pertenecer al sector bancario”.
Una de las consecuencias del debilitamiento del sindicalismo en América Latina es la baja participación en movilizaciones; sin embargo, aun en contextos adversos, la participación, sobre todo de los jóvenes, es importante en Argentina. Este es también un aspecto para destacar en medio de las condiciones adversas que se dan en la región.
Las reflexiones que aquí se plantean fueron abordadas en la conferencia “Sindicalismos en transformación: nuevas formas de organización en el mundo del trabajo”, como parte de Rumbo a Clacso 2025, un evento para visibilizar contribuciones locales de manera previa a la X Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales (CLACSO), que se lleva a cabo en Bogotá.
(FIN/KGG)
16 de junio de 2025