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Colombia posee un vasto patrimonio industrial que permanece infravalorado, como lo son antiguas fábricas e infraestructuras asociadas a los oficios textiles o de la cerámica, lo que limita su potencial como motor de identidad y desarrollo. Al respecto, el profesor e investigador Camilo Contreras Delgado, del Colegio de la Frontera Norte, de México, subraya la urgencia de reconocer y conservar estas "vocaciones" históricas, no solo como un legado que genera nostalgia e historia, sino un recurso turístico y didáctico crucial para el futuro del país.

 

  • Camilo Contreras durante la conferencia magistral en la UNAL Medellín. Foto Unimedios.

    Camilo Contreras durante la conferencia magistral en la UNAL Medellín. Foto Unimedios.

  • El invitado es docente del Departamento de Estudios Culturales del Colegio de la Frontera Norte de México. Foto Unimedios.

    El invitado es docente del Departamento de Estudios Culturales del Colegio de la Frontera Norte de México. Foto Unimedios.

  • La conferencia magistral fue abierta a toda la comunidad universitaria de la Sede. Foto Unimedios.

    La conferencia magistral fue abierta a toda la comunidad universitaria de la Sede. Foto Unimedios.

     

    El debate sobre la importancia de la conservación del patrimonio industrial surge de un simple pero profundo interrogante: ¿qué valor tienen las fábricas, herramientas y sistemas de comunicación que marcaron diversas épocas importantes para el país y cómo se dejaron morir esas vocaciones?

    Para el doctor en Ciencias Sociales, con especialidad en Estudios Regionales, Camilo Contreras, en Colombia conocemos mucho más del valor que tiene la arqueología precolombina o de la época colonial que del patrimonio industrial.

    “La importancia de la conservación trasciende la nostalgia. La maquinaria, importada en su momento de países como Inglaterra, Estados Unidos o Italia para sectores como los textiles, el café o el vino, revela la historia económica y los avances tecnológicos en el país. Sin embargo, la verdadera riqueza se encuentra en la identidad cultural que se tejió alrededor de estos”, expuso el docente durante la conferencia magistral “Patrimonio industrial: ¿por qué? y ¿para qué?” dictada en el Campus El Volador de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, el pasado 24 de octubre.

     

    El patrimonio industrial se convierte en un registro vivo del pasado social y tecnológico, algo que se conoce mucho menos que la arqueología precolombina o la época colonial, incluso en el medio académico. Este también permite conocer rituales (algunos ancestrales).

     

    “Nunca nos planteamos si aquello que fue una fábrica o las herramientas, infraestructura, hornos, chimeneas, medios de comunicación, almacenes, etc., tiene algún valor, y nos hemos dado cuenta que sí, no solamente para la gente que ha trabajado o trabajó allí, sino para la ciudad y el país, en esa identidad que se refleja hacia afuera. Yo como foráneo, cuando me hablan de Colombia, me imagino fincas de café, pero cuando estoy acá, también veo las fincas de Banano en el Urabá y otros espacios. Uno se va interesando por esas historias industriales o agroindustriales como la industria textil que aquí en Medellín fue muy importante y la pregunta es, ¿qué pasó con todo eso?, cuestionó Contreras.

    El patrimonio industrial va más allá de la antigua infraestructura, empresas, vocaciones o saberes, recalcó el invitado. “Durante esas épocas, las personas tenían una identificación religiosa, por el deporte, sus hijos iban a las mismas escuelas que estaban cerca de las fábricas, ellos visitaban las cantinas. Entonces eran lugares también de donde se continuaba hablando del trabajo, de la organización sindical y de otras situaciones sociales. Esa es una parte muy importante de la identidad cultural".

    Saberes vivos y la falta de proyección al exterior

    Desde su perspectiva como foráneo, el investigador mexicano quien está en la UNAL Medellín observa cómo las tradiciones y el patrimonio colombiano se proyectan a través de elementos concretos, pero nota una clara falta de visibilidad para ciertos "saberes" valiosos.

    Al referirse a la tradición de alfarería y cerámica en el municipio de El Carmen de Viboral, en Antioquia, el experto distingue el valor de los conocimientos no formales:

    "Yo creo que es muy, muy valioso lo que vi en Carmen del Viboral, fue algo maravilloso. Estamos hablando más que de lo material, de esos conocimientos que no se forman en la escuela, sino por la capacitación o por transferencia entre generaciones, a lo que le decimos saberes. Y eso es lo valioso, cómo se va también transmitiendo entre las familias o entre las diferentes personas que se quieren dedicar a esto”, dijo el docente del Departamento de Estudios Culturales del Colegio de la Frontera Norte de México.

    Además, Camilo Contreras enfatizó en el valor de otros sectores agroindustriales. "Luego está la producción de flores, Colombia es súper importante a nivel mundial y ahí hay mucho conocimiento genético del manejo de las flores. Entonces, creo que falta mucho por proyectar hacia el exterior".

    El rol ineludible de la educación superior

    El Dr. Contreras Delgado subrayó que la tarea de conservar, cuidar y proyectar el patrimonio requiere de la participación activa de las universidades, no solo desde la educación y la didáctica, sino desde la formación de profesionales especializados.

    Para ello, propone dos líneas de acción en la educación superior. La primera, sensibilización curricular. "Yo creo que se deben incorporar materias de patrimonio cultural en general, sería como el gran paraguas. Después, ya ir viendo patrimonio arquitectónico, patrimonio religioso, patrimonio industrial, hay una gran diversidad. Entonces, se trata de que nos sensibilicemos desde la misma formación".

    La otra línea de acción es la formación especializada en restauración. El doctor en Ciencias Sociales destacó que la conservación requiere mano de obra calificada para trabajar con la diversidad de materiales propios del patrimonio industrial (metales, madera, tierra).

    "Preguntarnos si hay carreras de restauración porque, a lo mejor, queremos conservar algo, pero si no tenemos la gente formada para la conservación de madera, de metales o de arcilla, de cualquier material, eso también sería importante revisar cómo estamos preparados para esta situación".

    Finalmente, el investigador considera que Colombia está en una etapa única. "Tiene un gran potencial para mostrar en lo turístico, sobre todo en lo cultural. Creo que puede ser el país de América Latina con mayor futuro en ese aspecto, porque está en una etapa que los demás ya pasaron. Y además va a aprender de nuestros errores" .

    Esta visión optimista se sustenta en la calidad de la gestión ambiental y turística que ha observado durante sus viajes a distintos lugares del país. "Yo cuando he venido a Colombia a hacer ecoturismo he visto a guías muy profesionales, muy sensibles y que saben lo que están cuidando. Me pasó en La Macarena, en Caño Cristales, etcétera".

    En conclusión, según el docente, para el aprovechamiento y cuidado del patrimonio industrial en Colombia, la proyección hacia el exterior es clave, no solo para las artesanías o las flores, sino para los hitos industriales. Al cerrar su presentación, el profesor hizo mención a referentes como el Ferrocarril de Antioquia y el Puente de Occidente en Santa Fe de Antioquia, como otros ejemplos de esa tradición cultural valiosa y poco valorada que se observa desde una mirada de la conservación patrimonial.

    (FIN/JRDP)

    4 de noviembre de 2025